sábado, 25 de septiembre de 2010

Un corazón a la izquierda




Cada vez que se trata de sacar adelante un Proyecto de Ley, los Presupuestos Generales del Estado o cuanto de la dinámica parlamentaria suponga la perpetuación, por unos meses, de un Gobierno que probablemente ya no goce de la legitimidad necesaria, se ha de pagar con la divisa de nuestra unidad, a costa de nuestra cohesión o beneficiando a unos pocos con lo que siempre será en detrimento de todos.

Poco a poco nuestro país se desmorona en un cúmulo de pequeñas "naciones" que no tienen más legitimidad que la de haber dado su respaldo interesado a políticos que perdieron el norte de sus objetivos y para los que prima lo individual sobre la colectividad que les prestó su confianza.

Esta semana, como en tantas anteriores, vuelvo a sentir vergüenza por lo que cuentan los medios:
-. El apoyo del PNV a los Presupuestos Generales del Estado supondrá 472 millones de Euros y la transferencia de las políticas de empleo.
-. La Junta de Andalucía pagará 1.800 euros a las mujeres que demuestren haber sufrido vejaciones durante el franquismo (bastarán testimonios y/o declaraciones juradas).

Toda mi vida fui de esos demócratas que sentían el corazón a la izquierda. Hoy me pregunto si no me equivoqué al defender tanto tiempo, con tanto entusiasmo, causas que sin duda idealicé y que probablemente no tengan la nobleza que siempre quise ver en ellas. 

En una democracia como la nuestra solo parece interesar el voto, el poder o la seguridad de seguir en el cargo. Poco importa si conseguirlo supone romper la baraja o pagar, mediante dádivas y a golpes de talonario, los recuerdos añejos, en momentos de ruda regresión económica.

Apenas hay ideales políticos a los que aferrarse ni en los que apoyarse. El Capital lo acaba comprando todo, hasta la conciencia de los Sindicatos. Así, en lo sucesivo y en cada convocatoria, proclamaré mi descontento introduciendo en la urna un sobre tan vacío como los contenidos de estos mercaderes.



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