domingo, 3 de octubre de 2010

El centro penínsular

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Kilometro Cero, Puerta del Sol de Madrid
Se ha discutido mucho acerca de la ubicación del Centro de la Península Ibérica y, como casi siempre que algo se discute mucho, sobre todo cuando no existe  especial interés en acabar zanjando la polémica con estudios caros, pero medianamente rigurosos, son múltiples las candidaturas resultantes. 


KILOMETRO CERO, PUERTA DEL SOL 
Del Kilómetro Cero de la puerta del Sol de Madrid apenas diremos nada, nunca pretendió ser otra cosa que aquello de lo que presume: ser el Kilómetro Cero de la Red de Carreteras del Estado, algo que nadie discute. 


CERRO DE LOS ANGELES, GETAFE 
En la época de Alfonso XIII el Centro se situó en el Cerro de los Angeles (año 1.919), en el término municipal de Getafe, a pocos kilómetros de Madrid. Aún siendo diabólica, la elevación del lugar  (666 metros) resultaba muy apropiada para erigir un monumento al Sagrado Corazón de Jesús y consagrar el país a su advocación.

Cerro de Los Angeles, Getafe
Durante la Guerra Civil pasó a llamarse "El Cerro Rojo" y ser testigo de un discutido ceremonial: el "Fusilamiento de Jesús" (los soldados dispararon -primero- para acabar dinamitando el monumento -después-, en un acto que la prensa del Frente Popular calificó como "la desaparición de un estorbo").

No es necesario aseguraros que la posterior dictadura del General Franco restauró el monumento y recuperó todo el simbolismo Religioso y Nacional para el lugar... 


MECO 
Existen otras teorías que siguen compartiendo la característica, hasta cierto punto lógica, de situar este centro en la provincia de Madrid: Pinto, Meco...

Meco
Meco es una localidad muy cercana a Alcalá de Henares, al este de la provincia de Madrid, limitando con la de Guadalajara. Es más que probable que todos la conozcáis por su cárcel, "Alcalá-Meco", una de las más mediáticas de nuestro país por cuanto fueron sus inquilinos personajes tan populares como José María Ruiz Mateos, Mario Conde, Mariano Rubio ó Antonio Tejero.  

Pero a Meco también se la conoció, más antaño que ahora, por su bula, aquella que dio origen al dicho:
"No valer ni la bula de Meco" 

En la primavera de 1.487, el papa Inocencio VIII, en recompensa por los servicios prestados a su persona y a la Corte romana por Íñigo López de Mendoza, segundo conde de Tendilla y señor de Meco, expidió una bula.

En ella, el Sumo Pontífice otorgaba una serie de favores para los habitantes de Meco, que entre otras cosas les permitía saltarse determinados preceptos del ayuno de los viernes.

Había sido el propio Conde quien solicitó al Papa la exención, en atención a que los habitantes de Meco, al estar en el centro de la península, no podían abastecerse de pescado fresco y por lo tanto, no podían cumplir adecuadamente con el ayuno preceptivo.

Todo ello, motivó que la expresión no valer ni la bula de Meco adquiriera carácter proverbial para subrayar la situación de quien, en un apuro extremo, no encuentra salida, remedio ni protección posibles.



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