domingo, 17 de octubre de 2010

Europa rapta al toro

A pesar de los deseos de sus parlamentarios, los franceses quieren seguir trabajando 35 horas semanales y jubilarse a los 60 años. La envidia que algunos españolitos sentimos cuando vemos la tenacidad de nuestros vecinos, unidos en sus reivindicaciones, huelgas y manifestaciones, debería invitarnos a una cierta reflexión.

No se ha de perder de vista, a la hora del oportuno análisis de los motivos por los que un pueblo vecino reacciona con tanta intensidad ante amenazas y/o adversidades que a nosotros, muy pocas semanas antes, nos mantuvieron impasibles, que existen numerosas razones para explicarlo, y puede que también para justificarlo:

1.- Razones históricas: la soberanía del pueblo es un concepto mucho más consolidado y añejo allende los Pirineos.

2.- Razones políticas: resultan dignas de elogio la fortaleza y capacidad de liderazgo de sus sindicatos, quienes nunca se alejaron del pueblo, así como la respuesta que dispensa éste a todas y cada una de sus convocatorias. Algunos analistas afirman que nos encontramos ante el germen de un nuevo mayo rojo...

3.- Razones filológicas: si analizamos el significado último del concepto "jubilación", desde un punto de vista estrictamente lingüistico, vemos que para los franceses tiene un sentido más social, incluso -y si me lo permiten- más marcial: jubilarse en Francia (la retraite) significa textualmente "pasar a la retaguardia". En nuestro caso el asunto adquiere un tinte más personal y prosaico: cuando la madurez nos invita a dejar de trabajar simplemente nos llenamos de júbilo, nos invade una inmensa alegría (jubilarse). Se comprende que resulte más sencillo postergar la celebración personal que la organización social cuya defensa, por otra parte, parece causa más noble.

De cualquier modo no es este, ni mucho menos, el presente y futuro de la Unión Europea que me vendieron y que en su momento compré... Salarios, inflación, recortes, tutela, control, cuotas... todo parece resultarnos adverso.

No consigo desligarme de la imagen premonitoria de un joven jubilado europeo (60 años), con alto poder adquisitivo, veraneando en nuestras costas y servido, en una terraza cualquiera de nuestros paseos marítimos, por un camarero septuagenario que fue empleado eventualmente y al que pagarían mil euros/mes, por no menos de 50 horas semanales...

Cuenta la mitología que el toro secuestró y sedujo a Europa. Ahora que éste perdió su casta, es Europa la que le da al toro "por donde más le duele"...



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