domingo, 18 de septiembre de 2016

Poner o quitar la mesa



Durante la visita al Real Monasterio/Palacio/Panteón de San Lorenzo del Escorial, son muchas las cosas que por curiosas captarán nuestra atención: una de ellas, puede que la más impactante, es la sobriedad de las salas del Palacio... Tal austeridad resulta absolutamente contrapuesta con la grandeza del que fue el más vasto Imperio de todos los tiempos.

Con poco que nos moviésemos y visitásemos con anterioridad cualquier otra residencia de las distintas monarquías europeas, y si me apuran de otras latitudes, enseguida nos parecerá cuando menos chocante la ausencia de suntuosos muebles y de complementos que caracteriza a las dependencias privadas del Rey Felipe II o de su esposa.

La sala comedor, en la que sus majestades comían, se nos muestra totalmente vacía (una de tantas), sin una triste mesa o unas sillas en las que sentarse.

Antaño también fue así: y es que durante la dinastía de los Austrias, la corte española se acogió a la estricta etiqueta borgoñona según la cual: cada día se montaba la mesa a la hora de comer, desmontándola siempre al terminar...

De tal costumbre nos quedaron las expresiones "Poner o quitar la mesa" las cuales, sin esta explicación, habrían de resultarnos cuando menos inapropiadas hoy, ante unas mesas que en todas las casas permanecen siempre puestas...


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